Las letrinas eran de uso compartido, incluso por hombres y mujeres, y solía ser un lugar de tertulia que presentaba unas características para la higiene muy avanzadas.
Las hendiduras que podemos apreciar en las letrinas permitian la limpieza mediante una esponja acoplada a un palo que se mantenía limpia en un pequeño canal de agua corriente que discurría a los pies de los asistentes.
Una corriente interna de agua mantenía el lugar perfectamente drenado de residuos y de malos olores.
A la salida existía un depósito de agua que se iba renovando, para que los usuarios pudiesen lavarse las manos antes de salir.
Un lugar «chocante» en nuestros días, pero muy avanzado e higienico.